terça-feira, 25 de junho de 2013

Mis deseos para ti

Autor: Victor Hugo



Te deseo primero que ames, y que amando, también seas amada.  Y que, de no  ser  así, seas breve en olvidar y que después de olvidar, no guardes rencores.

Te deseo también que tengas amigos, y que, incluso malos e inconsecuentes, sean valientes y fieles, y que por lo menos haya uno en quien puedas confiar sin dudar. Y porque la vida es así, te  deseo también que tengas enemigos. Ni muchos  ni pocos, en la medida exacta, para que, algunas veces, te cuestiones tus propias  certezas. Y que entre ellos, haya por lo menos uno que sea justo, para que no te sientas  demasiado segura.

Te deseo, además, que seas útil, pero, no insustituible. Y que en los momentos, cuando no quede más nada, esa utilidad sea suficiente para mantenerte en pie.

Igualmente, te deseo que seas tolerante; no con los que se equivocan poco, porque eso es fácil, sino con los que se equivocan mucho e irremediablemente, y que haciendo buen uso de esa, sirvas de ejemplo a otros.


Te deseo que, siendo joven, no madures demasiado deprisa y que, ya madura,  no insistas en rejuvenecer, que siendo vieja no te dediques al desespero. Porque cada edad tiene su placer y su dolor y es necesario dejar que fluyan entre nosotros.

Te deseo de paso que seas triste. No todo el año, sino apenas un día, pero que en ese día descubras que la risa diaria es buena, que la risa habitual es  sosa y la risa constante  es  malsana.

Te deseo que descubras, con urgencia máxima, por encima y a pesar de todo, que existen, y que te  rodean, seres oprimidos, tratados con injusticia y  personas infelices.

Te deseo que acaricies un gato, alimentes a un pájaro y lo oigas erguir triunfante su canto matinal, porque de esta manera, te sentirás  bien por nada.

Deseo también que plantes una semilla, por más minúscula que sea, y la  acompañes  en su crecimiento, para que descubras de cuántas vidas está echo un árbol.



Te deseo, además, que tengas dinero, porque es necesario ser práctico.
  Y que por lo menos una vez por año pongas algo de ese dinero frente a ti y  digas:  "Esto es mío",  sólo para que quede claro quien es dueño de quien.

Si todas estas cosas llegaran a pasar, no tengo más nada que desearte.





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